Fran Garcia, vocal de Barcelona i president de la Comissió Agricultura 4.0 del COEAC, ha publicat a la revista Oleo un article sobre la transició cap a una agricultura 4.0.
El company explica el paradigma actual del sector, servint-se d’importants estudis sobre agricultura i tecnologia; fa palès que “la virtualització i simulació de tots els agents és clau per disposar d’un millor control actiu productiu de les explotacions”, i argumenta que la millor opció és apostar per aquesta transició cap a una agricultura 4.0.
Impactes en mitjans de comunicació
Nota de Premsa
Fran Garcia, President de la Comissió Agricultura 4.0 del Col·legi Oficial d’Enginyers Agrònoms de Catalunya (COEAC)
Está claro que el paradigma en el que se desarrolla la agricultura hoy en día está sufriendo un importante cambio, evolucionando hacia una gestión orientada a los datos que proporcionen información para una producción más sostenible. A esta evolución se la ha denominado bajo el nombre de Agricultura de Precisión, Agricultura Digital, y más recientemente Agricultura 4.0. Pero, ¿Cómo será el futuro de la agricultura? ¿será totalmente digitalizado?
Según se presentan los distintos estudios llevados a cabo por entidades tan importantes como la Comisión Europea (Industry 4.0 in Agriculture, 2017), la CEMA (Asociación Europea de Maquinaria Agrícola), el World Goverment Summit en su documento sobre el futuro de la tecnología agrícola de 2018, parece indicar que la digitalización e interconexión completa de la agricultura está cerca. De hecho, alguno de ellos ya introduce el concepto Agricultura 5.0 cuando se refiere a la irrupción de la robótica y la inteligencia artificial en este sector.
Sí que es cierto que se están desarrollando innumerables tecnologías para la mejora de la gestión agrícola (tanto en campo como en industria), además, la irrupción de la industria 4.0 en otros sectores está liderando un cambio de modelo productivo, del que se aprovechará también el sector agropecuario. Sensores IoT, redes de comunicación de largo alcance (LoRa) o de baja latencia (5G), drones, satélites, robótica en general, o protocolos de gestión de datos basados en big data, inteligencia artificial o deep learning, entran y salen de la escena continuamente. Algunas de estas tecnologías llegan a un punto en que son suficientemente maduras para consolidarse, otras, simplemente desaparecen tras demostrarse que no son aplicables en condiciones de campo.
Con todo esto, la virtualización y simulación de todos los agentes es clave para disponer de un mejor control del activo productivo de nuestra explotación y los factores que lo integran. La peculiaridad en este caso es que este activo se trata de un organismo vivo en fase de desarrollo y crecimiento, y que está sometido a un gran impacto de una serie de variables externas interrelacionadas. Si somos capaces de imaginar una explotación completamente conectada, nos encontraríamos en una situación en la que cada acción que hacemos es fruto de un análisis previo y predicción a futuros de cómo estas variables se pueden comportar. Podríamos por ejemplo determinar si realizar un tratamiento contra una plaga concreta es idóneo o no en función de cómo se ha comportado este cultivo y la plaga en diferentes situaciones a lo largo de los últimos años, de cómo evolucionarán los factores que favorecen la plaga, pero también simulando el impacto económico de este tratamiento y los beneficios que puede aportar de cara a la cosecha, llegando a la conclusión de que lo que generará más beneficio (considerando también el beneficio medioambiental) es realizar un tratamiento con la dosis “X” sólo en la zona de la parcela “Y” en el momento “Z”. Como puede apreciarse, este pensamiento lógico no dista tanto de lo que ya hacen los agricultores basándose en su experiencia. La gran diferencia radica en que, sin la ayuda de la tecnología y las herramientas digitales, la capacidad de los seres humanos es muy limitada a la hora de realizar simulaciones y análisis de grandes bases de datos. Otro factor limitante es el entorno en el que se lleva a cabo esta simulación, muy poco previsible cuando se trabaja en campo abierto a diferencia de entornos cerrados como pueden ser naves industriales.
Hasta que llegue este momento, estamos en un periodo en el que hay que apostar por esta transición, y en el que existe suficiente conocimiento y tecnología desarrollado en los últimos 30 años, como para llevar a cabo estrategias de gestión de nuestros campos más precisa y que generen un menor impacto en el medioambiente. La Agricultura de Precisión tiene en cuenta las diferencias espaciales y temporales del cultivo y propone un manejo localizado de insumos para mejorar la sostenibilidad de las explotaciones. Mediante estas técnicas de gestión, está demostrado que se pueden obtener grandes beneficios, y es un buen punto de entrada al mundo de la sensorización y digitalización de los procesos en la agricultura. Un tractor y abonadora realizando operaciones de aplicación de fertilizante en función de las diferencias de vigor de la vegetación, o aplicación localizada de herbicida únicamente allí donde aparecen malas hierbas, integran innumerables componentes de hardware y software inteligente. Para poder llegar a una Agricultura 4.0 es imprescindible que estos sistemas inteligentes se conecten con otros sistemas inteligentes de la explotación y de la misma cadena productiva. De hecho, el concepto global de industria 4.0 se entiende como el marco en el que se hibridan las distintas tecnologías digitales emergentes en el ámbito de la producción, con el objetivo de lograr niveles mayores en cuanto a la calidad del producto, flexibilidad de la producción y eficiencia de los activos. Todo ello para permitir a las empresas adaptarse y ser competitivas en un mundo globalizado.
Aunque la agricultura española esté aún entre el 2.0 y el 3.0, el futuro es prometedor para llegar al 4.0. La formación básica y superior entre los titulares de explotación menores de 35 años, es claramente superior a la de los mayores, y la formación es clave para la adopción de nuevos paradigmas productivos, y mucho más, aquellos que integran elementos digitales. Por otro lado, la inversión pública nacional y europea en proyectos que promueven la investigación y desarrollo de nuevas tecnologías para el sector agrícola está viviendo hoy en día un momento dulce. Y por último, la nueva PAC, dando peso a en sus ecoesquemas a la implementación de agricultura de precisión ayudarán a generar este cambio tan necesario.
La velocidad de adopción se asemeja a la paradoja del “safety car”, que para completamente la percepción de velocidad de las carreras de F1, aunque la realidad es que se mueve a más de 200 km/h. Se está avanzando y progresando rápidamente, aunque pueda parecer que vayamos lentos cuando comparamos el sector de la agricultura con otros sectores industriales, los cuales, por sus condiciones de producción tienen una tendencia a adoptar de forma más rápida las nuevas tecnologías que aparecen en el mercado.